Todas nuestras acciones –por efecto sistémico—, tienen la capacidad de modificar el espacio relacional que conformamos en tres niveles: con nosotros mismos, con otros seres y con el ambiente. Por eso es que cada uno de nuestros pensamientos, palabras y movimientos, están interactuando en estos tres niveles, generando modificaciones que, a su vez, nos estarán modificando a nosotros.
Estas modificaciones pueden darse en 2 formatos muy diferentes: impacto e incidencia.
Considero que es un impacto cuando las modificaciones (en nosotros, en los otros y en el entorno) provocan una huella o marca en un «otro» (cuando hablo de «otro», significa: otra persona, el medioambiente, o inclusive, uno mismo). El impacto no se trata de un choque cualquiera, sino de una perturbación con violencia y con penetración, como el de una bala en el blanco. Ese impacto normalmente provoca como consecuencia una impresión física o emocional, que afecta transitoria o permanentemente a otro, de manera que cierra posibilidades a futuro.
En cambio, la incidencia ocurre cuando una circunstancia o suceso acontece de manera inesperada y que puede afectar al desarrollo de un asunto o negocio, aunque no forme parte de él. Es un encuentro que podríamos denominar “azaroso”, de característica aparentemente «fortuita» que termina introduciendo una modificación, en este caso y a diferencia del anterior, con consecuencias que pueden ser tanto de cierre como de apertura de posibilidades de cara al futuro.
Si revisamos nuestra vida, nos encontraremos con experiencias de “impacto” y también de “incidencia”. Ambas habrán modificado – en algún sentido– nuestra existencia. Del mismo modo, nosotros también hemos sido “agentes” de impacto o de incidencia para otros, modificando su existencia.
En esta red de impactos e incidencias que van construyendo nuestras vidas, ocurren también coincidencias, es decir, situaciones figuradamente “eventuales”, sin conexión aparente unas con otras, que suceden imprevistamente, a las cuales no podemos darles alguna explicación racional. El Dr. Deepak Chopra las llamará “sincronicidades” desde la interpretación que sustenta la idea de una conexión materia-mente-espíritu con la energía-información-inteligencia del “afuera”:
“Casi todos vamos por la vida con un poco de temor, de preocupación y nerviosismo. Somos como niños que juegan a las escondidas: queremos que nos hallen pero esperamos que no lo hagan, y nos comemos las uñas de los nervios. Nos preocupamos cuando las oportunidades se acercan demasiado y nos ocultamos en las sombras cuando el temor nos desborda. Ésta no es la manera adecuada de vivir. Las personas que comprenden la verdadera naturaleza de la realidad, aquéllas a las que algunas tradiciones llaman iluminadas, pierden todo temor o aflicción. Las preocupaciones desaparecen. Una vez que comprendemos cómo funciona la vida —el flujo de energía, información e inteligencia que dirige cada momento— empezamos a percatamos del increíble potencial de ese momento. Las cosas mundanas simplemente dejan de molestarnos. Nos volvemos alegres y nos sentimos llenos de dicha. Además, encontramos más coincidencias en nuestra vida.
Cuando vivimos valorando las coincidencias y sus significados, nos conectamos con el campo subyacente de posibilidades infinitas. Aquí empieza la magia. Éste es un estado que llamo sincrodestino, en el que es posible alcanzar el cumplimiento espontáneo de todos nuestros deseos. El sincrodestino requiere que ingresemos en la profundidad de nuestro interior y, al mismo tiempo, que tomemos conciencia de la intrincada danza de coincidencias que hay afuera, en el mundo físico. Requiere comprender la naturaleza profunda de las cosas, reconocer la fuente de la inteligencia que crea, sin cesar, nuestro Universo y mantener la intención de aprovechar las oportunidades específicas de cambio conforme se presenten”. (Sinchrodestiny. The Spontaneous Fulfillment of Desire: Harnessing the infinite Power of Coincidence to Create Miracles. 2003. Deepak Chopra )
Reflexionando sobre estas palabras, y uniéndolas con la introducción que hice sobre impacto e incidencia, quisiera poner el foco en la co-incidencia, es decir, en la incidencia compartida, en los tres niveles (con nosotros mismos, con otros seres y con el ambiente), transformando de este modo las casualidades en causalidades, y de esta manera, transformar nuestro destino común como especie humana.
Les dejo algunas preguntas para un trabajo de reflexión personal:
1. ¿Cuáles han sido en mi historia (presente y pasada) los más grandes impactos?
2. ¿Para quienes he sido yo (o mis acciones), un impacto? (podemos observarlo en los 3 niveles)
3. ¿Qué posibilidades se han abierto para ti, a partir de alguna incidencia ocurrida?
4. ¿De qué manera has participado en alguna incidencia que ha abierto posibilidades para otro? (otra vez, en los 3 niveles…)
5. ¿Cuáles son las “coincidencias” que puedo registrar en mi vida y qué conexiones podrían tener con otros eventos, que nos permitan darle un sentido?
6. ¿Dónde y con quién puedo co-incidir, accediendo al potencial de infinitas posibilidades, para transformar mi mundo (y, sistémicamente, el mundo)?
«La casualidad no es, ni puede ser más que una causa ignorada de un efecto desconocido» ~ Voltaire (1694-1778) Filósofo y escritor francés.
Recibe mi total agradecimiento por permitirme compartir contigo estas reflexiones y te agradeceré las reenvíes a quien consideres les puede ser de utilidad.
Hasta nuestro próximo encuentro!
Para que disfrutes este viaje EN-TREN-A-TU-VIDA!
Hola otra vez, Marcelo..!!
Mmmmm….ahi las «» ultimas preguntitas»»…!! jejejje….
Placer leerte. Sdos!!
Mirna.
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Gracias a vos Mirna por tomarte el tiempo y comentar. Te mando un gran saludo!
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